Steve “Mogo” McMichael, la querida leyenda de los Chicago Bears y un ícono deportivo de la historia, falleció a los 67 años, dejando tras de sí un legado de grandeza, resiliencia y misterio. Conocido por su conmovedora presencia en el fútbol americano y su floreciente carisma, la muerte de McMichael no solo es un momento sombrío para el mundo del fútbol americano, sino también un momento envuelto en circunstancias que han generado dolor y desconcierto a partes iguales. Según la declaración de la familia publicada apenas 30 minutos antes, McMichael murió pacíficamente en su casa, aunque quienes estaban con él insisten en que hubo algo profundamente extraño en la forma en que partió de este mundo.
Nacido en Houston, Texas, en 1957, el viaje de McMichael hacia la inmortalidad del fútbol comenzó con su carrera como jugador de fútbol en la Universidad de Texas, donde ganó premios All-America. Tras una breve etapa con los New England Patriots, su destino se reflejó plenamente cuando se unió a los Chicago Bears en 1981. Durante 13 temporadas, se convirtió en el alma de la legendaria “46 derrotas” del equipo, contribuyendo a la histórica victoria de la franquicia en el Super Bowl XX en 1986. McMichael no solo era un poderoso defensor, sino también la personificación del espíritu aguerrido de Chicago: tenaz, leal y, con una audacia que lo disculpaba.
Fuera del campo, era igual de formidable. Ya sea iniciando una carrera como luchador profesional con la WCW, convirtiéndose en un carismático comentarista deportivo o incluso incursionando brevemente en la política, McMichael poseía una rara habilidad para generar atención y respeto en todos los ámbitos en los que se desenvolvía. Su etapa como miembro del grupo de lucha libre “Four Horsemen” contribuyó a su mito, abriéndole las puertas tanto al fútbol americano como a la lucha libre. Era, según todos los informes, un artista del espectáculo y un guerrero, siempre temeroso de recibir un golpe y siempre rendido ante un desafío.
Iп 2021, McMichael revealed to the pυblic that he had beeп diagпosed with ALS, a crυel aпd υпforgiviпg disease. It was a revelatioп that stυппed faпs aпd teammates alike. Bυt trυe to his пatυre, he faced the illпess with υпbreakable spirit. He became aп advocate for ALS research, υsiпg his platform to raise awareпess aпd fυпds, eveп as his owп coпditioп deteriorated. Those who visited him iп his fiпal years described a maп who, thoυgh physically weakeпed, remaiпed meпtally sharp aпd emotioпally fierce—a fighter to the eпd.
Pero es el propio episodio lo que ha despertado curiosidad y una silenciosa sensación de asombro entre sus allegados. Su esposa Misty, quien lo había acompañado fielmente, relató que en la última hora de su vida, la habitación se sumió en un silencio como nunca antes había sentido. El aire, dijo, se sentía “cargado”, casi como si el mundo se hubiera detenido para presenciar algo sagrado. Un testigo, también presente, comentó más tarde que momentos antes de que McMichael respirara por última vez, la habitación se sumió, paradójicamente, en un silencio absoluto: solo se oían sonidos ambientales del exterior, ni zumbidos de aparatos electrónicos, sino un silencio profundo y tranquilizador.
Después de eso, se quedó dormido. No se reportó ninguna anomalía médica. No se ha ofrecido ninguna explicación espiritual. Pero quienes estuvieron allí coinciden: Steve McMichael no se limitó a morir; se fue con una presencia tan imponente, tan extraordinaria, que fue como si la propia esencia del espacio que lo rodeaba se hubiera alterado. Si se trataba del talento dramático de un artista que vivió su vida con audacia, o de algo verdaderamente inexplicable, es una cuestión de convicción personal. Lo cierto es que su muerte, al igual que su vida, ha dejado una huella imborrable.
A Steve McMichael le sobreviven su esposa Misty y su hija Macy. En 2024, justo un año antes de su fallecimiento, ingresó oficialmente al Salón de la Fama del Fútbol Americano Profesional, un reconocimiento largamente esperado que alegró a las familias de todo el país. Su legado como jugador, artista, defensor e ícono de Chicago perdurará mucho más allá de este momento. Y quizás también lo hagan las preguntas en torno a sus misteriosos momentos finales. En el EPD, Steve “Mogo” McMichael hizo lo que siempre ha hecho: nos conmovió. Ya fuera triunfo, risa, admiración o asombro, nos recordó lo que significa vivir con valentía. Y ahora, en su partida, nos deja una última historia por contar.