Fue un momento que sacudió el mundo del boxeo hasta sus cimientos. Un momento que muchos vieron venir, pero pocos estaban preparados para afrontar. Cuando Mike Tyson, posiblemente uno de los campeones de peso pesado más temidos y electrizantes de la historia, anunció oficialmente su retiro, el mundo del boxeo no solo perdió a un boxeador. Perdió una era.
Mike Tyson no era solo un boxeador. Era el boxeador. Irrumpiendo en la escena profesional a mediados de los 80 con una furia sin igual, “Iron Mike” se convirtió rápidamente en el campeón de peso pesado más joven de la historia con tan solo 20 años. Con su característico estilo de “cucú”, ganchos atronadores y feroces nocauts, Tyson dominaba a sus oponentes como un huracán.
Así que cuando dijo: “Ya no tengo ánimo para esto” , el tiempo se detuvo. Los fans contuvieron la respiración. Promotores y comentaristas lo observaban con incredulidad. Incluso quienes alguna vez lo criticaron tuvieron que admitirlo: el ring nunca volvería a ser el mismo.
La carrera de Tyson fue una montaña rusa. Desde su legendario ascenso hasta la impactante derrota contra Buster Douglas, desde la sentencia de prisión hasta las polémicas mordeduras en las peleas de Holyfield, su historia fue tan cautivadora fuera del ring como dentro.
Pero su retiro no se trató solo de alejarse del boxeo. Fue una silenciosa admisión de que incluso los gigantes se cansan. Tyson, en sus últimos años, parecía más reflexivo que furioso. Y cuando salió del ring por última vez, maltrecho y magullado por una pelea que no terminó, le dijo al mundo: «No voy a faltarle el respeto al deporte al continuar».
Esa honestidad golpeó más fuerte que cualquier uppercut.
La reacción global fue instantánea y emotiva. Las redes sociales se llenaron de videos de homenaje, mensajes emotivos e innumerables publicaciones de “Gracias, campeón”. Compañeros boxeadores, tanto del pasado como del presente, le hablaron con reverencia. Lennox Lewis lo llamó “un león entre los hombres”. George Foreman tuiteó: “El boxeo perdió hoy un pedazo de su alma”.
Para muchos, Tyson era la razón por la que veían boxeo. Para otros, era la razón por la que le temían . Pero, lo amara o lo odiara, nadie podía ignorar la fuerza que aportó al deporte.
La historia de Mike Tyson es una de extremos: violencia y vulnerabilidad, caos y calma. Su vida tras su retiro, llena de apariciones en podcasts, papeles en películas y revelaciones personales, ha mostrado una faceta de Tyson que muchos jamás imaginaron: humilde, introspectivo e incluso divertido.
Y, sin embargo, la sombra de su presencia en el boxeo aún se cierne sobre nosotros. Todo artista del nocaut que sube al ring hoy sigue los pasos de Tyson, buscando la misma admiración que él solía causar con un solo golpe.
Aunque Mike Tyson se ha retirado oficialmente, su legado está lejos de terminar. Sigue siendo un símbolo de potencia bruta, intensidad inigualable y humanidad compleja. El mundo del boxeo puede estar desconsolado, pero también ha cambiado para siempre, para mejor, gracias a él.
A medida que se apagan las luces de una de las carreras más inolvidables en la historia del deporte, solo queda una cosa por decir: