Nunca pensé que escribiría algo así. No en 2025. No después de todo lo que ya hemos soportado. Pero aquí estamos de nuevo: afligidos, enojados, confundidos. El tiroteo en la Universidad Fulbright nos ha dejado una cicatriz a todos, y para algunos, esa herida puede que nunca sane del todo.
Al principio, vi las noticias llegar lentamente. Un confinamiento. Luego, rumores de un pistolero. Y luego lo impensable: múltiples víctimas. Vidas destrozadas. Sueños extinguidos en cuestión de minutos. Entre los heridos… Shiloh Jolie-Pitt.
Sí, esa Shiloh. La hija de Brad Pitt y Angelina Jolie. Una joven que apenas comenzaba a forjar su propia identidad, lejos de la imponente fama de sus padres. Estudiante de Fulbright, interesada en las artes y los asuntos globales, apasionada por el trabajo humanitario. Según informes, recibió un disparo mientras intentaba ayudar a otro estudiante a ponerse a salvo. Actualmente se encuentra en estado crítico. Y solo puedo pensar: ¿por qué?
Esto no se trata de política ahora mismo. No se trata de izquierda ni derecha. Es cuestión de vida o muerte. Y hoy, fue la muerte. Para demasiados. Aún no se han publicado todos los nombres de las víctimas, pero cada una era el hijo de alguien. El mejor amigo de alguien. El alma gemela de alguien. Alguien que tenía planes para este fin de semana. Alguien que debería estar vivo ahora mismo.
Testigos afirman que el tirador, un exalumno, entró en un aula abarrotada y abrió fuego sin dudarlo. Los profesores protegieron a los estudiantes con sus propios cuerpos. Los escritorios se voltearon como barricadas improvisadas. Los teléfonos se iluminaron mientras los estudiantes enviaban mensajes de texto a sus padres, posiblemente por última vez.
Es surrealista. Es desgarrador. Es exasperante.
Sigo volviendo a Shiloh. No porque su vida sea más importante que la de cualquier otra persona, sino porque nos recuerda que nadie es inmune. Ninguna cantidad de dinero, ningún nivel de fama, ningún equipo de seguridad puede protegerte cuando nuestra sociedad se niega a abordar la raíz de este problema. La hija de dos de las personas más poderosas de Hollywood yacía desangrándose en un pasillo de una universidad que prometía seguridad, aprendizaje y un futuro.
Y Angelina… Brad… No puedo imaginar la impotencia. La angustia. Son padres como todos nosotros. Shiloh era su hija. A esta violencia no le importa quién seas. Nos ataca a todos. Ricos, pobres, negros, blancos, famosos u olvidados.
Los estudiantes no deberían estar preparando planes de evacuación con sus compañeros de piso en lugar de estudiar para los exámenes parciales. Los padres no deberían recibir llamadas de hospitales en lugar de las de sus hijos. Las celebridades no deberían estar planeando funerales para sus hijos. Y Estados Unidos ya no debería ser indiferente ante esto.
Se suponía que Fulbright sería un lugar para visionarios. Para futuros líderes. Para la esperanza. Pero hoy, es la escena de un crimen. Un lugar de trauma. Un titular.
Se lo debemos a las víctimas —y a Shiloh—: no dejar que esto se desvanezca. No pasarlo por alto. No aceptarlo como un simple tiroteo más.
No tengo todas las respuestas. Pero sí sé esto: no podemos seguir viviendo así. No podemos seguir muriendo así. Algo tiene que cambiar. Y si esta tragedia no es suficiente para despertarnos, no sé qué lo será.
A las familias: los vemos. Los acompañamos en el duelo. Y prometemos, al menos algunos, seguir luchando por un futuro mejor y más seguro.
Abraza a tu gente esta noche. Di lo que has estado posponiendo. Y, por favor… no dejes que este momento se olvide.